La palabra “habibti”, en árabe, significa “cariño”

Cariño con el que una compañera ayuda a otra.
Cariño con el que nos hablamos entre todas.
Cariño que significa el cuidado más sencillo y que define un espacio seguro para las mujeres.

Texto escrito por Emilia Debska

La noción de un espacio seguro dentro de un no-lugar, y de un espacio de enunciación, fue la semilla que sembraron mujeres refugiadas en el año 2016 en un campo de personas solicitantes de asilo en Katsikas, al norte de Grecia. En medio de la tormenta, reivindicaron espacios exclusivos para ellas. Donde tomar un té, bailar, hablar, reír o simplemente no hacer.

En el año 2016 aquel campo de personas refugiadas todavía llamaba la atención de los medios de comunicación y de la comunidad internacional. Eran tiendas de campaña sin la infraestructura más básica. Inundadas en el invierno, que se caracteriza por una notable bajada de temperaturas, sin cocina fija y sin tejados que protegiesen durante el caluroso verano. Esa era la emergencia

Hoy, 5 años después, nadie habla de Katsikas ni de las personas que viven allí. El concepto de un campo de personas refugiadas, un concepto, que de por sí debería hablar de algo perenne, ha cambiado en lo que es la realidad y el contexto actual. Las personas refugiadas suelen esperar entre 2 y 3 años para recibir la documentación que les abre la posibilidad de seguir con su viaje a otro país y, tal vez, así poder comenzar su vida de nuevo. Mientras tanto, esperan. Es una espera apática, llena de trabas administrativas y con pocas herramientas que facilitarían la integración y convivencia con la sociedad griega. Es una distopia que nosotr@s, l@s europe@s, miramos desde nuestras ventanas cada día. Es una realidad que no gusta y de la que no se habla porque no sabemos qué hacer con ella.

Las que sí actúan sobre su realidad son ellas. Las mujeres. Madres, hermanas, compañeras de todas las edades, que deciden colocarse en el lado activo. Son ellas quienes que componen y construyen el proyecto de Habibti.Trains que empezó con unas pocas clases deportivas a la semana y hoy alberga un grupo de más de 40 mujeres. Las actividades comprenden running, boxeo, fitness, baile y, en breve, esperemos que también la escalada, gracias a una pared de boulder que está a punto de construirse junto al equipo de Maika’i Project.

Habibti.Trains es una comunidad de mujeres refugiadas quienes, cada día, salen de sus casas, de sus containers, para fortalecerse a través de las actividades deportivas facilitadas gracias a la colaboración entre dos pequeñas organizaciones: Habibi.Works y KOIZ Postcolonial Studies. Quienes formamos parte de esas dos ONGs sentimos que tenemos la responsabilidad de actuar a través de nuestros privilegios y responder a la demanda que viene desde las mismas mujeres refugiadas. Si quieren correr, corren. Si quieren boxear, boxean. Si quieren bailar, bailan. Poco a poco, se abren ventanas nuevas y son ellas mismas quienes además de proponer las diferentes actividades deportivas, se encargan de llevarlas a cabo. Este es el objetivo final – su participación, de la manera más activa posible. 

El sueño último siempre es que el proyecto no sea necesario. Queremos que los campos se quemen, queremos que las personas tengan un hogar digno y que todas y todos podamos disfrutar de nuestra libertad de movimiento. Que el país de procedencia no importe, que seamos libres.

Las mujeres que conforman Habibti.Trains, cada día, nos enseñan que la libertad verdadera está dentro de cada una.
Y que solo nosotras podemos decidir cómo vivirla.

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